Texto e imágenes: Pau Garcés y Pablo JZ
Dos hombres y un destino: El Concorde 2. Clásico edificio victoriano frente a la playa de cantos de Brighton que en su día, a principios del siglo pasado, servía té a diestro y siniestro a los ingleses; traía a principios de éste nuevo, no el té del lejano oriente para disfrute de ningún sir, sino algunos de sus sonidos, trastocados un poco al gusto de las gentes de la isla. Nada más y nada menos que a Balkan Beat Box y Asian Dub Foundation.
El Viernes 4, a eso de las 8:15 pasabamos a la sala. Poca cola que nos dejó leer nombres de gentes que pasarán por el Concorde próximamente como Charles Bradley, Mos Def, Mount Kimbie, Crystal Fighters, The Beat… No entrabamos en cualquier sala al parecer.
Sobre el escenario ya estaban animando la noche Balkan Beat Box. Prueba viviente de que un proyecto israelí, estadounidense y europeo puede dar resultados muy diferentes a los que acostumbramos. Como hacen los grandes chefs, Balkan Beat Box, toma el folklore, lo actualiza y le da frescura, incorporando electrónica a su amalgama de sonidos.
Dos saxos, uno de ellos Ori Kaplan, fundador del grupo y ex clarinetista klezmer (música típica judía de Europa del Este); una batería que Tamir Muskat, ex del grupo balkan-punk Gogol Bordello, tocaba recordando totalmente a Animal de los Teleñecos y que entre pausas abandonaba para meter efectos de sonido con el portátil; un bajo, un par de guitarras, donde destacaban los modos de Ron Bunker, y liderando el grupo, haciendo las veces de percusionista y voz, el enérgico Tomer Josef, que se entregó al público como si tocase en el barrio para sus colegas.
Bailoteo constante y un pequeño pogo frente al escenario que hacía volar cervezas, orquestado desde arriba por un grupo que ha entendido cómo conjugar estilos de música tan diferentes, (sonidos mediterráneos, balcánicos, de medio oriente, electrónica, hip hop…) sin caer en los tópicos de eso que hay quien llama “mestizaje”. Hora y media con temas bien escogidos de todos y cada uno de sus discos.
Otra cosa que llamó la atención de uno que perdía la virginidad con esto de los conciertos en “la playa de Londres” fue un público muy heterogéneo, que hubiera sido poco de esperar en un concierto así en España. Parejitas y chicas que más encajan en conciertos de Shakira allá por la península, rastudos y de más. Y es que en Inglaterra, el gusto que pueda faltar para las artes culinarias parece que lo tengan, y de sobra, para saborear la buena música.
Recomendamos a cualquiera un concierto de ésta banda si se le presenta la ocasión. Pasarán próximamente por Marsella y Bristol antes de hacer las maletas y volver a los Estados Unidos.