Ilustración: Los tres finales de Laika, por Crisis Valero

El primer ser vivo terrestre en orbitar la Tierra fue Laika, una perra callejera apodada así por el grupo de científicos soviéticos que se encargó de entrenarla para la misión espacial que, como desde el principio sabían, acabaría con su vida.

Laika significa en ruso »que ladra», y motivos para ladrar había. Las pruebas consistían en encerrar al animal en espacios cada vez más reducidos durante semanas, para acostumbrarla, lo antes posible, a la lata de sardinas que resultó ser el Sputnik 2; que tuvo que ser construido en menos de un mes, para que coincidiera con el cuadragésimo aniversario de la revolución bolchevique.

«Resultó prácticamente imposible crear un control de temperatura fiable en tan poco tiempo.» Dimitri Malashenkov, científico participante en el lanzamiento

Ah, perdón, lo olvidaba: Estamos en 1957; Guerra Fría, Guerra Espacial, a ver quién hace el cohete más chulo, a ver quién llega a la Luna antes, a ver quién la tiene más dura, la cara, a ver. Y mientras la gente: ¡Oh no, bombas nucleares! ¡Oh no, reunión de tupperware! ¡Oh! ¿No irán a matar a ese pobre perro?

RIA "Novosti" photo

A la gente le preocupaba Laika, se había convertido en un símbolo entrañable de un futuro improvisado que se adelantaba a ellos mismos ¡Un perro en una nave volando por ahí a su antojo! ¡Si se muere ya no tiene tanta gracia! Por eso la URSS les aseguró que la perrita volvería, y para rizar el rizo, además, hicieron partícipe al mundo entero de su triunfal regreso, advirtiendo que podría caer con su pequeño paracaídas en cualquier lugar.

Tonterías, el animal ni siquiera sobrevivió al primer día, murió a las pocas horas (por suerte). Las causas reales del fallecimiento, sobrecalentamiento de la máquina y estrés, se supieron en 2002. Hasta entonces solo se dieron explicaciones contradictorias que alimentaban leyendas.

«Cuanto más tiempo pasa, más lamento lo sucedido. No debimos haberlo hecho… Ni siquiera aprendimos lo suficiente de esta misión, como para justificar la pérdida del animal.» Oleg Gazenko, científico entrenador de Laika.

Esta es la verdad sobre Laika, y es una verdad de mierda, por eso espero que estas ilustraciones sirvan para vengarnos, al representar tres finales mucho más merecidos para ella. Ahora que ya sabemos qué pasó…que cada cual escoja el que le apetezca por derecho. Mi favorito es el primero.

Laika A

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Esta no es Laika, es un perro chileno que alguien lanzó en paracaídas para gastar una broma, haciendo a todos creer que el perro del espacio había escogido aterrizar en Santiago de Chile. La gente alucinó bastante… hasta que vieron que se trataba de un macho. Desde luego, era el final prometido de Laika, y es como si la ocurrencia, además de divertir, lanzase un mensaje al planeta, algo como: »Si estáis esperando que esto ocurra de verdad es que sois carne de timo». Lo somos.

Laika B

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El siguiente desenlace pertenece a Jeanette Winterson. En su novela Weight, el animal es adoptado por el titán griego Atlas, que se encontró con esa situación incómoda de encontrarte un perro vagabundeando por el sistema solar y andar con prisas, y no saber si parar o no… Atlas, que es un buenazo, se quedó con el perro, a pesar de que, como sabemos, no estaba precisamente libre de responsabilidades ¡Aunque tenía todo el espacio del mundo!

Laika C

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La salida de emergencia número tres era de esperar. La novela Intervention de Julian May, relata que Laika fue rescatada por extraterrestres, pero a mí me gusta más la versión del cómic Flash Gordon, donde especifica que los extraterrestres vienen de la Luna, y tienen aspecto perruno. Primos de Mordisquitos; algo así.

La buena de Laika no dio su vida en balde, con ella se demostró que un organismo puede soportar condiciones de microgravedad, y lo sucedido también ayudó a que, tiempo después, se abriera el debate sobre el maltrato animal. Habría que preguntarle a ella si mereció la pena, la última vez que la vi, andaba con una trupe de perros espaciales muy gamberros practicando paracaidismo, Atlas estaba de los nervios.

»Todavía hoy no sé si yo soy el ‘primer hombre’ o el ‘último perro’ en volar al espacio» Yuri Gagarin, el primer cosmonauta de la historia.

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*Ilustraciones y texto por Crisis Valero

http://crisisvalero.blogspot.com.es/

 

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